Abonos y fertilizantes

jueves, 8 de octubre de 2015

En la naturaleza, el suelo se regenera constantemente gracias al acolchado natural que crean los restos de las plantas, de los microorganismos y de los animales. Todos estos restos orgánicos se van descomponiendo lentamente enriqueciendo el suelo con nutrientes y elementos que utilizan las plantas para su desarrollo.

En el jardín, este ciclo de abonado natural del suelo no se produce, al tratarse de un espacio limitado y controlado, sin fauna ni vegetación salvaje, por lo que se debe ayudar al suelo aportando abonado y fertilizantes añadidos.


En el mercado se pueden encontrar actualmente todo tipo de fertilizantes químicos para distintas plantas, sin embargo, los fertilizantes químicos destruyen a muchos microorganismos beneficiosos del suelo, además de contaminar la tierra y las aguas subterráneas, por lo que, en Jardineros en acción siempre recomendamos y proponemos opciones de abonado y fertilización orgánica y ecológica.

Qué nutrientes necesitan las plantas

Las plantas se alimentan de macro-elementos y micro-elementos disponibles en el aire, en el agua y en el suelo y que asimilan gracias a varios procesos vegetales de alimentación de las plantas, como la fotosíntesis.

Según el momento de crecimiento, la planta puede tener necesidad extra de ciertos nutrientes para la formación de flores, de frutos, de un follaje atractivo. En tal caso, se puede aplicar un abono orgánico rico en determinados nutrientes.

Los principales nutrientes de las plantas son por orden de importancia:

Óxígeno (O), Carbono (C) e Hidrógeno (H). Son obtenidos por la planta principalmente a través del aire y el agua.

Nitrógeno (N). Favorece la formación de las hojas. La planta los obtiene principalmente del suelo.

Fósforo (P). Favorece la floración y fructificación. La planta los obtiene principalmente del suelo.

Potasio (K). Favorece el crecimiento de las raíces y resulta esencial para las plantas jóvenes. La planta los obtiene principalmente del suelo.

Elementos secundarios: Calcio (Ca), Azufre (S) y Magnesio (Mg). Las existencias del suelo suelen ser asimilables para la planta en cantidades suficientes.

Microelementos u oligoelementos. Se trata del Hierro (Fe), Manganeso (Mn), Cobre (Cu), Zinc (Zn), Boro (B), Molibdeno (Mo), Cobalto (Co) y Cloro (Cl) y son esenciales para las plantas en pequeña cantidad. La planta los obtiene del suelo.

Es importante saber que algunas características del suelo del jardín, como su pH, su textura, su composición… etc, pueden hacer que las plantas no puedan absorber determinados nutrientes o por el contrario, absorban cantidades excesivas de un oligoelemento. Por ejemplo, si cultivamos plantas acidófilas (que necesitan un suelo de pH muy ácido) en un suelo de pH alcalino, las plantas no podrán absorber el magnesio y el hierro produciéndose un amarillamiento de sus hojas. La solución no será abonar más, sino cambiar el sustrato o cultivar plantas de suelo alcalino.

Por lo tanto, antes de iniciar un plan de abonado, es recomendable que realicemos un análisis del suelo. 


Abonado orgánico

Es perfectamente posible tener un jardín atractivo y sano sin necesidad de utilizar fertilizantes químicos, ya que existen diversas opciones para mantener la fertilidad de la tierra de nuestro jardín utilizando abonos y fertilizantes orgánicos totalmente respetuosos con la naturaleza. Por otra parte, el abonado orgánico del jardín presenta importantes ventajas:

o Bajan las necesidades de agua de las plantas y el coste en agua de riego.

o Las plantas se vuelven más resistentes a plagas y enfermedades.

o Ahorro en mantenimiento del jardín, ya que los fertilizantes químicos son caros.

o Disfrutaremos de un jardín saludable, sin el peligro de los productos químicos.


Compost

El mejor abonado para cualquier jardín es el compost, el producto resultante de la descomposición de los restos orgánicos del jardín, hojas, tallos, hierbas, flores marchitas, paja, restos de la siega del césped,.. Según el tipo de cultivo y la calidad del compost, podemos aplicar entre 0,5-4 Kg de compost por cada m2 de jardín.

Podemos adquirir compost en los viveros o en los centros de jardinería, aunque es más recomendable crear en el jardín una zona de compostaje donde elaborar nuestro propio compost. La zona de compostaje estará en contacto directo con la tierra y se ubicará en un espacio protegido del viento, del frío y del sol directo.

Conviene tener dos o tres composteros de tamaño adecuado a las dimensiones del jardín. El primer compostero se deja en descomposición mientras el segundo compostero se va rellenando. El tercer compostero se puede utilizar para hacer compost de materiales duros, que tardarán más en descomponerse, como hojas de árboles caducifolios o restos leñosos triturados.


Tipos de compost.

Compost fresco: Es el producto que obtenemos tras varias semanas de fermentación. Se utiliza para realizar un abonado de fondo o intenso, por ejemplo, el abonado que podemos realizar meses antes de iniciar la plantación de un espacio o el abonado de los bancales de huerta que dejemos descansar durante una temporada.



Compost descompuesto: Es el producto que obtenemos tras 2-4 meses de fermentación. Se utiliza en primavera o durante la época de crecimiento en plantas que admiten bien la materia orgánica, siendo de rápida absorción.


Compost maduro o Mantillo: Es el producto que obtenemos tras 1-2 años de fermentación. Se utiliza para abonar plantas sensibles a la materia orgánica fresca o espacios de siembra, donde el compost fresco o menos descompuesto pudiera resultar demasiado fuerte. El mantillo se puede adquirir en viveros en sacos de distintos volúmenes o incluso en camiones, en el caso de que sea necesario abonar grandes extensiones.


Humus

Se denomina humus a una parte de la materia orgánica descompuesta que se transforma lentamente en sustancias minerales útiles para las plantas sirviendo de despensa o reserva de nutrientes en el suelo del jardín. El humus se produce en la última fase de maduración del compost, siendo un componente del mantillo o compost maduro.


Es posible adquirir humus en sacos de distintos volúmenes en viveros y centros de jardinería, aunque siempre es más recomendable el de producción propia, tanto por su calidad como por su coste.


Estiércol

Los excrementos de los animales son una gran fuente de materia orgánica para el suelo aunque para obtener un producto más equilibrado en nutrientes, debemos dejarlo fermentar o madurar varios meses antes de incorporarlo al suelo del jardín. Una vez fermentado no corremos el peligro de que resulte demasiado fuerte para las plantas y además habremos eliminado los restos de herbicidas, fungicidas, hormonas de crecimiento y otros químicos que contiene el estiércol de las granjas no orgánicas.

Estiércol de oveja. Es un estiércol de los más ricos y equilibrados cuando procede de ovejas que pastan por el campo ya que las ovejas comen una amplia variedad de plantas silvestres. Sin embargo, se trata de un estiércol fuerte que es necesario fermentar en montón antes de incorporarlo al jardín. También es bueno para añadirlo al montón de compost o para preparar fertilizante de estiércol líquido.

Podemos obtener estiércol de oveja a través de establos o granjas rurales próximas donde nos lo pueden vender e incluso trasladar hasta nuestro jardín.

Nutrientes del estiércol de oveja: Nitrógeno: 0,8%, Fósforo: 0,5%, Potasio: 0,4% más toda la gama de oligoelementos.

Estiércol de caballo. Es un estiércol suave y pobre en nitrógeno, aunque de fermentación muy rápida, que lo hace muy adecuado para mezclarlo en el montón de compost o con otros tipos de estiércol.

El estiércol de caballo es fácil de conseguir en las ciudades puesto que en clubes hípicos o pequeños establos nos lo pueden vender si se lo solicitamos, aunque antes debemos asegurarnos de que usan camas de paja o turba y no de virutas de madera o serrín, que pueden ser una fuente de enfermedades para las plantas.

Nutrientes del estiércol de caballo: Nitrógeno: 0,6%, Fósforo: 0,6%, Potasio: 0,4% más toda la gama de oligoelementos.
Cantidad recomendada: 9-15Kg por m2.

Estiércol de vaca. Es un estiércol pobre en nitrógeno aunque es muy bueno para tierras húmedas y frías. Para conseguir una fermentación adecuada del estiércol de vaca debemos mezclarlo con paja y proporcionarle muy buena ventilación, ya que su exceso de agua puede perjudicar el proceso de fermentación.

El estiércol de vaca podemos conseguirlo en granjas de pueblos cercanos por un precio bastante económico.

Nutrientes del estiércol de vaca: Nitrógeno: 0,6%, Fósforo: 0,3%, Potasio: 0,4% más toda la gama de oligoelementos.

Cantidad recomendada: 9-15Kg por m2.

Estiércol de gallina. Es un estiércol muy rico en nitrógeno pero es demasiado fuerte para las plantas por lo que debe fermentarse bien y usarse mezclado con otros tipos de estiércol o como complemento en el montón de compost. El estiércol de gallina también contiene mucho calcio por lo que conviene moderar su utilización en suelos calcáreos.

El estiércol de gallina o gallinaza podemos conseguirlo a través de granjeros rurales que tengan gallinas criadas al aire libre. Si se dispone de algo espacio en el jardín, también es posible criar media docena de gallinas que nos proporcionen huevos ecológicos y un abono muy nutritivo para nuestro jardín. El estiércol de gallina de granjas de cría convencional o masiva no es recomendable como abono dado que el suelo de estas granjas suele cubrirse con virutas de madera o serrín, que pueden ser una fuente de enfermedades para las plantas. Además, las gallinas ponedoras o los pollos de engorde reciben grandes cantidades de antibioticos, hormonas de engorde y otros químicos contaminantes.

Nutrientes del estiércol de gallina fermentado: Nitrógeno: 4%, Fósforo: 4%, Potasio: 1,5% más toda la gama de oligoelementos.
Cantidad recomendada de estiércol de gallina fermentado: 20-30g por m2.

Estiércol de cerdo. Es un estiércol con alto contenido de nutrientes aunque poco valorado hoy en día debido a la actual cría intensiva de cerdos y el abuso de antibióticos, hormonas de engorde y otros químicos contaminantes.

Obtener estiércol de cerdo de pequeños establos rurales que utilicen sistemas de cría tradicional y sin contaminantes resulta complicado.

Nutrientes del estiércol de cerdo: Nitrógeno: 0,6%, Fósforo: 0,4%, Potasio: 0,6% más toda la gama de oligoelementos.
Cantidad recomendada de estiércol de cerdo: 9-15 kg por m2.


Otros estiércoles


Estiércol de cabra: Es un estiércol fuerte y rico en nutrientes, que suele llevar grandes cantidades de pelo de cabra, enriqueciéndolo más aún en nitrógeno.

Estiércol de conejo: Es un estiércol ácido, muy fuerte y rico en nutrientes, similar al estiércol de gallina. Se debe fermentar bien antes de incorporarlo al suelo del jardín e incluso añadir algo de cal en polvo para neutralizar su acidez. El estiércol de conejo es un alimento muy bueno para las lombrices del compost.

Estiércol de palomas y pájaros: Es un estiércol muy fuerte, aún más concentrado que el estiércol de gallina, de forma que debe emplearse con moderación, bien fermentado y preferiblemente mezclado en el montón de compost. En los centros de jardinería podemos adquirir guano, un abono de excrementos de aves marinas.


Mulching o acolchado

La técnica de acolchado consiste en cubrir el suelo del jardín con materiales orgánicos que además de protejerlo, le aporten nutrientes a medida que se van descomponiendo.

Es recomendable mantener acolchado el suelo del jardín durante todo invierno, desde antes de la llegada del frío hasta el final del período de heladas. Cuando llegue el calor fuerte, conviene volver a acolchar el suelo y mantener el acolchado hasta finales de Agosto o hasta que baje la intensidad del calor y el sol estival. De esta forma el mulching aporta nutrientes al descomponerse y protege al suelo del frío, del calor y de la pérdida de humedad por evaporación.


Existen numerosos materiales orgánicos adecuados para realizar el acolchado del suelo del jardín: Hojas de árboles caducifolios, cortezas de pino, algas, consuelda, virutas de los restos de poda, paja, pinaza u hojas de pino… 


Abono verde

El abonado verde consiste en plantar especies de corto período vegetativo que abran el terreno con sus raíces profundas. Una vez que alcanzan su desarrollo y comienzan su floración, las arrancaremos y desmenuzaremos dejándolas secar varios días y después las enterraremos ligeramente en la tierra de forma que aporten nutrientes y humus fresco al suelo. Se siembra en otoño o en primavera y se entierra tres o cuatro meses después, antes de que las plantas se vuelvan leñosas.

El abono verde es un tipo de abono adecuado para tierras que no se están usando, bien para preparar una próxima plantación o bien para bancales de huerta que se han dejado vacíos.

Como abono verde podemos utilizar leguminosas mezcladas con gramíneas o cereales:


Especies leguminosas adecuadas como abono verde: Vicia villosa (Veza), Medicago sativa (Alfalfa), Vicia faba (Haba), Trifolium pratense (Trébol), Lupinus angustifolius (Altramuz azul).


Especies gramíneas adecuadas como abono verde: Secale cereale (Centeno), Sinapsis alba (Mostaza), Avena sativa (Avena), Hordeum vulgare (Cebada), Phacelia tanacetifolia (Facelia).


Fertilizantes orgánicos

Los fertilizantes se utilizan cuando detectamos que en el suelo existe una carencia importante de algún nutriente o cuando se somete a la tierra a un gran desgaste de nutrientes, como suele ocurrir por ejemplo en una huerta.

Existen diferentes fertilizantes orgánicos que proporcionan nutrientes concentrados y de rápida absorción sin dañar el suelo ni a sus microorganismos beneficiosos:


Aportaciones de nitrógeno:


Pezuñas y cuernos. Es de los mejores fertilizantes de nitrógeno de liberación lenta. Contiene un 13% de nitrógeno. Podemos aplicar este fertilizante orgánico para reactivar plantas que han pasado un invierno duro o que muestran un freno en su crecimiento. Los efectos se ven a medio plazo.

Sangre seca. Contiene un 12% de nitrógeno. Es un fertilizante de nitrógeno de liberación rápida, por lo que sólo debe emplearse en los momentos en los que la planta necesita un complemento adicional de nitrógeno, principalmente en primavera.

Harina de pescado. Contiene un 9% de nitrógeno, además de un 2,5% de fósforo.


Aportaciones de fósforo:


Harina de huesos. Se trata de un popular fertilizante de fosfato útil para activar el crecimiento de las raíces. Contiene un 22% de fósforo y un 3,5% de nitrógeno.

Harina de huesos, sangre y pescado. Contiene un 8% de fósforo, así como un 3,5% de nitrógeno de liberación rápida por lo que deberemos esparcirlo por la tierra pocos días antes de plantar. También contiene un 0,5% de potasio.

Fosfato natural. Contiene un 30% de fósforo, además de un alto contenido de calcio.

Fosfal (fosfato calcinado). Es un fertilizante de acción rápida, que contiene un 30% de fósforo, así como algo de aluminio.


Aportaciones de potasio:


Potasa de roca. Es un fertilizante insoluble, que permanece en el suelo a disposición de las plantas durante mucho tiempo. Contiene un 10,5% de potasio.

Cenizas de madera. En un fertilizante de potasio, aunque también contiene fósforo y nitrógeno, así como oligoelementos, en una proporción que varía dependiendo del material quemado.

Patenkali (sal natural). Contiene un 30% de potasio, un 17% de azufre y un 10% de magnesio, además de algo de sílice.


Aportaciones de calcio:


Polvo de rocas calizas. Contiene un 50% de calcio y se utiliza para elevar el pH de suelos ácidos.

Cretas fosfatadas. Contiene alrededor de un 50% de calcio y un 8% de fósforo, además de diversos oligoelementos.

Yeso. Contiene un 30% de calcio.

Marga. Contienen un 20% de calcio.


Aportaciones de magnesio:


Dolomita cálcica. Contiene un 20% de magnesio, así como un 30% de calcio.

Sulfatos marinos. Contienen un 15% de magnesio.


También la harina de algas, las algas líquidas y el estiércol líquido contienen una buena dosis de magnesio.


Aportaciones de azufre:


Kieserita. Contiene un 20% de azufre y un 25% de magnesio.


Aportaciones de oligoelementos: La harina de algas, las algas líquidas y el estiércol líquido contienen una buena dosis de oligoelementos para tratar carencias de hierro, zinc, cobre, manganeso, boro y molibdeno.


Algas líquidas. Se pueden encontrar varios productos de líquido de algas que contienen un 2,5% de potasio, además de un 1,5% de nitrógeno y una amplia gama de oligoelementos. Se utilizan para corregir deficiencias de forma rápida. Además, podemos utilizar las algas líquidas para proteger a las plantas de las heladas y de ataques de hongos.

Harina de algas. Contiene un 2,8% de nitrógeno, un 2,3% de potasio y un 0,2% de fósforo, además de una amplia gama de oligoelementos. Es un fertilizante orgánico bastante equilibrado y de liberación lenta.

Estiércol animal líquido. Contiene un 1,5% de potasio, un 1% de nitrógeno y un 1% de fósforo, además de ser muy rico en oligoelementos. Este fertilizante resulta muy práctico y económico ya que podemos fabricarlo nosotros mismos utilizando un bidón grande con agua y medio saco de estiércol fresco, preferiblemente de oveja. Dejaremos el saco de estiércol a remojo durante 15 días, hasta que el agua adquiera un color marrón oscuro. Después cubriremos el bidón con una tapa o plástico y podremos utilizar el estiércol líquido durante meses.


Si deseamos solucionar de forma rápida una deficiencia en oligoelemento podemos realizar un pulverizado con algas líquidas sobre las hojas. Su efecto será rápido pero para que resulte eficaz a medio plazo, deberemos realizar a continuación un buen abonado con harina de algas y estiércol bien descompuesto o compost.

Otra solución rápida para una carencia de oligoelementos es la aplicación de estiércol líquido. Para ello regaremos abundantemente el suelo dejándolo drenar y seguidamente añadiremos el estiércol líquido. Su efecto es a corto plazo, por lo que deberemos aplicar un buen abonado con harina de algas y compost.