La Poda

miércoles, 7 de octubre de 2015


La poda es una técnica de jardinería compleja que requiere de experiencia y de un gran conocimiento de las plantas, cosas que se adquieren con tiempo y paciencia.

La mayoría de plantas admiten y necesitan podas ligeras o medias, muchas incluso resisten podas fuertes, si bien, antes es conveniente observar cómo crece la planta y analizar cómo reaccionará cada planta a la poda, lo que indicará cuándo y cómo podarla.

Sin embargo, hay algunas plantas que son más sensibles a la poda, como por ejemplo los arces, las coníferas, los frutales de hueso..., y por lo tanto, se deben podar muy ligeramente y con frecuencia, de forma que la planta se mantenga sana y bien formada, evitando podas fuertes en el futuro.

Si no se conoce la planta y se tiene dudas sobre sus necesidades de poda, lo mejor es esperar un año mientras se observa su desarrollo. Si la planta crece naturalmente con buena forma, sólo necesitará ligeras podas de mantenimiento, basadas en la eliminación de ramas mal ubicadas o partes enfermas y marchitas. Estas podas de realizarán con más frecuencia si se trata de plantas de crecimiento vigoroso.

Siempre se debe trabajar con la máxima seguridad, utilizar herramientas limpias, afiladas y con seguro, ponerse guantes gruesos y gafas protectoras. Si no se tiene experiencia y agilidad, confíe a un profesional las podas que requieran subirse a una escalera o los trabajos grandes.


Objetivos de la poda


Dar forma a la planta, mediante podas de formación y mantenimiento.


Estimular su crecimiento y frondosidad favoreciendo la producción de tallos jóvenes.


Aumentar la producción de frutos o flores eliminando ramas leñosas para que la planta pueda destinar sus energías a la floración y fructificación.


Alargar la vida de la planta, estimulando el nacimiento de nuevos brotes y rejuveneciendo la planta.


Intensificar el color de las hojas.


Mantener la salud de la planta, eliminando las partes muertas, enfermas o dañadas.


Mejorar el aspecto de la planta, eliminando chupones, brotes no deseados, ramas cruzadas, partes marchitas…



Controlar el crecimiento y tamaño de la planta, limitándolo para adaptarlo a la forma de un seto o al espacio disponible en el jardín.