Plantas resistentes

miércoles, 7 de octubre de 2015


Todos los jardines, en función de su ubicación y el clima de su zona, se deben enfrentar a algunos factores extremos que harán difícil la supervivencia de plantas que no cuenten con mecanismos de defensa adecuados.

Por lo tanto, reconocer qué factores extremos afectan a nuestro jardín será de gran ayuda para poder seleccionar plantas resistentes, ya que, otras plantas más sensibles sobrevivirán malamente o incluso morirán, dando un aspecto triste al jardín y dejando huecos que habrá que rellenar con nuevas plantas, incrementando el presupuesto y tiempo dedicado al jardín.

Por otra parte, conocer bien los factores extremos y saber cómo actúan sobre las plantas, nos puede servir para preparar el jardín y proporcionar una mayor protección a las plantas.


Plantas resistentes a las heladas

La helada es un fenómeno meteorológico que se produce cuando las temperaturas bajan por debajo de los cero grados centígrados, temperatura a la que se inicia la congelación del agua.

Todas las plantas son sensibles a las heladas, e incluso, hay plantas adaptadas a climas cálidos, que pueden sufrir los daños habituales de las heladas sin necesidad de que las temperaturas desciendan por debajo de cero grados.

Las heladas provocan un daño secuencial en las plantas que comienza con la ralentización de su actividad biológica y puede continuar con la destrucción de sus tejidos y finalmente con la muerte celular. Por otra parte, las plantas no pueden absorber el agua cuando el suelo está helado por lo que pueden sufrir períodos de sequía y deshidratación.


Tipos de heladas. No todas las heladas presentan el mismo grado de agresividad en las plantas, por lo que conviene reconocer qué tipo de helada se da en nuestro jardín para seleccionar plantas resistentes:


Heladas suaves. Las temperaturas caen ligeramente por debajo de 0ºC de forma excepcional y se recuperan pasadas unas horas. Este tipo de heladas se dan en el clima mediterráneo y el clima atlántico u oceánico.

La helada por evaporación es un tipo de helada suave que sufre la planta debido a la evaporación del agua o rocío que ha quedado en la superficie de las plantas tras la lluvia o el descenso de la humedad atmosférica. La evaporación del agua provoca pérdida de calor a la planta y descenso de la temperatura, pudiendo bajar de los cero grados centígrados.


Heladas medias. Las temperaturas caen por debajo de 0ºC durante las noches y algunos días del invierno, siendo muy excepcional que se registren temperaturas por debajo de -10ºC. Las heladas medias se producen principalmente en el clima continental húmedo y el clima continental mediterráneo.

Las heladas medias suelen ser heladas por radiación, producidas por el enfriamiento de las capas más bajas de la atmósfera debido a la pérdida progresiva del calor de la tierra en noches de cielo despejado y ausencia de viento. Las heladas por radiación provocan la formación de una capa de hielo blanco sobre la superficie de la planta, lo que se denomina helada blanca.


Heladas fuertes. Se trata de heladas muy severas en las que las temperaturas se mantienen por debajo de -10ºC durante gran parte del invierno, situación habitual en el clima montañoso, el clima continental frío y el clima continental monzónico.

Cave mencionar un caso excepcional de helada fuerte, la helada por advección. Se produce por la entrada de una masa de aire seco y frío a temperatura inferior a 0ºC, acompañada de vientos con velocidades superiores a los 15 km/h. Esta situación se da con cielos nublados o semi-cubiertos. La acción del aire frío, generalmente procedente de las regiones polares, puede durar varios días, deshidratando las plantas y acabando con los jugos celulares que la sirven de defensa frente a la helada.

Las heladas por advección pueden llegar a matar a la planta. En tal caso, la planta sufrirá la denominada helada negra, por la coloración negra que ofrecerán todos los tejidos destruidos por el frío.


Cómo se defienden las plantas contra las heladas. Las plantas han desarrollado diferentes mecanismos de defensa para defenderse del frío y de las heladas.


Concentración de los jugos celulares: Las plantas resistentes a las heladas generan jugos celulares que hacen descender el punto de congelación en el interior de los tejidos vegetales. Para poder activar este mecanismo de defensa la planta necesita estar bien hidratada, por lo que son muy favorables las lluvias o los riegos abundantes en otoño o en días cálidos invernales.


Reposo vegetativo invernal y endurecimiento: Durante el otoño, las plantas realizan cambios fisiológicos en sus células para adaptarse al descenso progresivo de las temperaturas, preparándose así para las bajas temperaturas del invierno. Además, las plantas reducen su actividad y en el caso de los árboles y arbustos de hoja caduca, se desprenden de su follaje, disminuyendo sus requerimientos energéticos y haciéndose más resistentes al frío y a las heladas.


Cómo prevenir daños de heladas en el jardín. Además de cultivar plantas resistentes al clima de nuestro jardín, podemos seguir algunas recomendaciones para proteger a nuestras plantas contra las heladas.


Riegos abundantes en otoño. El agua en otoño permite que las plantas se mantengan bien hidratadas para poder activar sus mecanismos de defensa contra las heladas. Además, el agua almacenada en las capas profundas, donde el suelo no llega a helarse, permitirá que la planta se continúe hidratando durante el invierno.


Acolchado del suelo antes del inicio del frío. Colocar una capa de 5-10cm de mulching o acolchado sobre la base de las plantas permitirá evitar pérdidas de calor y humedad en el suelo, protegiendo las raíces de las plantas. El acolchado no debe colocarse una vez hayan comenzado las heladas, sino antes, adelantándonos a posibles heladas tempranas otoñales que resultan muy dañinas puesto que las plantas aún no han iniciado su reposo vegetativo invernal y endurecimiento.


No regar con temperaturas bajas o cuando exista riesgo de helada. El agua de riego se congelará con la helada y causará daños en los tejidos y en las raíces de las plantas.


Protección de plantas sensibles al frío. Las plantas jóvenes o recientemente trasplantadas, los bulbos y las plantas menos resistentes, deben protegerse cuando sea posible.


Campanas de vidrio: Podemos proteger plantas pequeñas, hortalizas y ejemplares jóvenes mediante campanas de vidrio que por la noche pueden cubrirse con telas. Las campanas se retirarán durante las horas de sol y se volverán a colocar cuando se haga de noche.


Plásticos: Podemos cubrir grupos de plantas con lonas de plástico que las protejan de las heladas nocturnas.


Tela, plástico de burbuja o fibra de coco: Para aislar del frío las plantas cultivadas en macetas de exterior, podemos forrar la maceta con tela, plástico de burbuja o fibra de coco. También es posible colocar la maceta dentro de otra maceta más grande y rellenar el hueco con paja.


Materiales aislantes flexibles: Para proteger la base de troncos y tallos de algunas plantas o árboles frutales, es posible rodearlos con materiales flexibles que actúen como aislantes del frío.


Macetas con ruedas: Podemos cultivar en grandes macetas con ruedas árboles y arbustos poco resistentes a las heladas, de forma que podamos transportarlas a un lugar resguardado durante las noches y días con heladas.


Semillero: Para adelantar la plantación de hortalizas y plantas de temporada, podemos utilizar un semillero o cama caliente de forma que las nuevas plantitas puedan brotar e iniciar su desarrollo protegidas del riesgo de heladas tardías primaverales.


Invernadero o interior de la casa: Las plantas sensibles a las heladas podemos cultivarlas en invernadero o en el interior de la casa. Si deseamos que además decoren el jardín exterior, podemos sacarlas al jardín en los meses cálidos y trasladarlas al invernadero o interior de la casa en los meses fríos.

Los bulbos también pueden ser perjudicados por las heladas, por lo que podemos desenterrarlos, limpiarlos y almacenarlos en un lugar seco y resguardado del frío.


Plantas resistentes a la salinidad


Se puede hablar de salinidad del agua, del aire o del suelo. En cualquier caso, se trata del nivel de concentración de sales producido por la acumulación de cloruros, sulfatos, bicarbonatos, carbonato sódicos y otras sales.

La salinidad afecta negativamente al equilibrio iónico y al metabolismo de las plantas, pero existen especies halófitas, que se han adaptado para sobrevivir en ambientes salinos.



Tipos de salinidad. En función de su nivel de desarrollo en mecanismos de defensa para sobrevivir en ambientes salinos, las plantas son capaces de resistir diferentes niveles de salinidad que se clasifican en:


Salinidad media: Es un nivel de salinidad moderado que se da en lugares próximos a la costa. La salinidad que arrastra el aire y el agua es suavizada por la distancia y el agua de lluvia.


Salinidad alta: Es un nivel de salinidad muy elevado, que se da en zonas de marismas y lugares muy próximos a la costa, acantilados y jardines en primera línea de playa, donde el aire y el agua arrastran sales que llegan a las plantas y se depositan en el suelo.


Cómo se defienden las plantas contra la salinidad. Algunas plantas han desarrollado mecanismos de defensa para sobrevivir en ambientes salinos:


Tricomas y glándulas excretoras de sal. Las plantas que viven en ambientes salinos han desarrollado glándulas especiales que filtran y expulsan la sal.


Iones adaptados. Las plantas halófitas han desarrollado iones adaptados para compensar los desequilibrios causados por la salinidad.


Retraso del ciclo de floración y maduración. Si las condiciones no son favorables, las plantas que soportan la salinidad son capaces de retrasar su floración y frutación.


Tallos y hojas suculentas. Las plantas adaptadas a ambientes salinos incorporan tallos y hojas suculentas para acumular agua aislada de sales perjudiciales.


Hojas pequeñas. Las plantas resistentes a la salinidad han reducido el tamaño de sus hojas para disminuir la transpiración y soportar las condiciones de sequía causadas por la salinidad.


Plantas resistentes a la sequía


La sequía es un fenómeno meteorológico que tiene lugar cuando se produce un período de ausencia casi total de precipitaciones. Si además, la ausencia de precipitaciones va acompañada de sol y calor, la sequía se agudiza, al aumentar las necesidades de hidratación de la planta. Pero también existen otros factores que intensificarán la sequía; el viento, la salinidad, las heladas o la poca capacidad de retención de agua de un suelo arenoso o poco profundo.

La sequía produce deshidratación o déficit hídrico en las plantas debido a que pierden más agua por evapotranspiración de la que pueden absorber sus raíces. La deshidratación lleva al marchitamiento de las hojas, seguido de la muerte de los nuevos brotes y de la caída general del follaje. Si la sequía se prolonga, la planta muere.


Tipos de sequía. Existe un gran número de plantas xerófilas, es decir, plantas resistentes a la sequía en mayor o menor grado:


Sequía media. Se considera sequía media cuando las plantas deben someterse a períodos de hasta 3 meses sin apenas precipitaciones, acompañados de temperaturas de hasta 40ºC y sol intenso, así como de otros posibles factores agravantes. Se trata de un tipo de sequía habitual en el clima continental mediterráneo, si bien, debido al cambio climático, también puede darse durante algunos veranos en regiones normalmente lluviosas como el clima oceánico, el clima continental húmedo o el clima montañoso.


Sequía intensa. Se considera sequía intensa cuando las plantas deben someterse a períodos de entre 4-6 meses sin apenas precipitaciones, acompañados de temperaturas de hasta 45ºC y sol intenso, así como de otros posibles factores agravantes. Se trata de un tipo de sequía habitual en el clima semidesértico, en el clima subtropical árido y en el clima mediterráneo.


Cómo se defienden las plantas contra la sequía. Entre los mecanismos de defensa que utilizan las plantas para soportar la sequía se encuentran:


Tejidos suculentos. Las plantas que soportan la sequía, han desarrollado tejidos suculentos donde almacenan agua de reserva. Todas las plantas crasas presentan este mecanismo de adaptación.


Doble sistema de raíces. Antes de iniciar el crecimiento de la parte aérea, la planta xerófila genera una raíz profunda que la permite extraer agua de las capas inferiores del suelo. Una vez tiene formada la raíz profunda, inicia el desarrollo de un sistema de raíces superficial que la permita aprovechar la humedad de las escasas lluvias que se produzcan, así como los nutrientes de la primera capa del suelo. La planta no comenzará a desarrollar su parte aérea (tallos y hojas), hasta que no complete su sistema radicular, pudiendo para varios años. Un ejemplo de este tipo de adaptación se puede ver en jara (Cistus).


Hojas adaptadas a la sequía. Algunas plantas adaptadas a la sequía, como encina, madroño o adelfa, han desarrollado hojas perennes, pequeñas, gruesas y duras con estomas especiales ubicados en el envés de la hoja, protegidos del sol. Este tipo de hojas limita las pérdidas por transpiración. Las plantas que tienen este tipo de hojas se llaman plantas esclerófilas.


Hojas con muy poca superficie expuesta al sol. Otras plantas xerófilas han generado hojas estrechas, enrolladas, lineares o en forma de aguja para reducir la evaporación del agua a través de las células de las hojas. Es el caso del romero o del tomillo. La reducción de las hojas implica una disminución de la fotosíntesis que ralentiza el crecimiento de este tipo de plantas.


Hojas pilosas. Las plantas generan una densa red de pelos blancos que reflejan la luz, reducen el calor en la superficie de la hoja y disminuyen la evaporación. Además, la superficie pilosa capta la humedad del aire. Un ejemplo de este tipo de hojas se encuentra en salvia.


Sustitución de hojas por espinas. Algunas plantas han sustituido sus hojas por espinas reduciendo de forma fantástica la transpiración y pérdida de agua a través de las hojas. Es el caso de los cactus.


Cómo prevenir los daños de la sequía en el jardín.

Por medio de sistemas de riego, manuales o automatizados, podemos contrarrestar la falta de agua en el suelo, mientras que la sequedad ambiental resulta más complicada de solucionar.

Sin embargo, la aportación de agua mediante riego artificial resulta costosa, por lo que conviene reducir las necesidades de riego. Además de cultivar plantas que soporten la sequía habitual en nuestro clima, podemos seguir algunas recomendaciones para aprovechar al máximo el agua de lluvia y evitar que nuestras plantas sufran déficit hídrico:


Favorecer el desarrollo de las raíces. Un árbol o arbusto que haya desarrollado una amplia red de raíces subterráneas es capaz de aprovechar el agua acumulado en las capas profundas del suelo durante las épocas de sequía. Para favorecer que las plantas desarrollen sus raíces en profundidad debemos preparar bien el suelo antes de la plantación y acostumbrar a la planta a riegos abundantes y espaciados.

Por el contrario, abusar del riego por goteo provoca un desarrollo de raíces superficial y hace a la planta dependiente del riego artificial continuo.


Mejorar la capacidad de retención de agua del suelo. La capacidad de retención de agua del suelo se puede mejorar incorporando periódicamente materia orgánica como compost o estiércol. A su vez, podemos frenar la pérdida de humedad acolchando el suelo con una capa de 5-10cm de mulching.


Plantas resistentes a la sombra seca


La sombra seca es una ubicación del jardín donde la planta recibe poca luz y poco agua, dificultando su desarrollo y supervivencia. La sombra seca suele ser causada por árboles que no sólo impiden la entrada de luz al suelo, sino que compiten por absorber toda el agua posible del suelo a través de sus amplios sistemas de raíces.

Pocas plantas podrán crecer bajo condiciones de sombra seca, por lo que tendremos que recurrir a plantas resistentes a la sombra seca.



Plantas resistentes al suelo ácido


Un suelo ácido es aquel cuyo pH o grado de acidez se sitúa por debajo de 7. Sin embargo, un nivel de acidez ligero será soportado por la mayoría de las plantas. La acidez del suelo se convierte en factor extremo cuando en nuestro jardín contamos con suelos muy ácidos, de pH<6.

Un suelo muy ácido genera problemas de nutrientes para la mayoría de las plantas. Por una parte, las plantas sufrirán escasez de calcio, magnesio, potasio, fósforo, molibdeno y boro. Y por otra parte, las plantas encontrarán demasiada saturación de micro-elementos como hierro, manganeso, zinc y cobre.

En general, en zonas con lluvias frecuentes, suelen abundar los suelos ácidos debido a que el agua de lluvia se lleva los compuestos de calcio formando carbonatos solubles y generando acidez. Los suelos ácidos, son habituales en buena parte del norte de España, principalmente en las zonas de clima atlántico u oceánico.

Para jardines con suelos bastante ácidos seleccionaremos plantas acidófilas, plantas que necesitan un pH ácido para su desarrollo. Existe una amplia gama de plantas acidófilas de gran atractivo para el jardín, rhododendros y azaleas, hortensias, gardenias, camelias, brezos, arces, helechos, pieris…


Cómo prevenir daños de un suelo ácido en el jardín.


Neutralizar un suelo muy ácido resulta difícil y costoso, ya que el agua de lluvia, la estructura del suelo e incluso las propias plantas, contribuirán constantemente a su acidificación.

Sin embargo podemos intentar controlar los excesos de acidez aportando al suelo abonos que complementen las carencias del suelo y suban el pH: huesos molidos, estiércol de aves (gallinas, palomas, “Guano”), polvo o harina de piedras, carbonatos cálcicos, algas cálcicas..

Además, si deseamos cultivar algunas plantas de suelo neutro (pH=7) o suelo alcalino (pH>7), podemos preparar un macizo elevado o un jardín en macetas con sustrato especial.


Plantas resistentes al suelo alcalino


Un suelo alcalino o básico es aquel cuyo pH o grado de acidez se sitúa por encima de 7, aunque podemos considerar que un suelo alcalino se puede convertir en factor extremo a partir de un pH > 7,5.

Un suelo muy alcalino genera problemas de nutrientes para la mayoría de las plantas. Por una parte, las plantas sufrirán escasez de micro-elementos como hierro, manganeso, zinc y cobre. Y por otra parte, las plantas sufrirán abundancia y saturación de calcio, magnesio, potasio, fósforo y molibdeno.

Uno de los principales perjuicios que sufren las plantas en suelos alcalinos es la clorosis férrica, debida a deficiencia de hierro. Afecta primero a las hojas jóvenes de la planta, que se vuelven amarillas manteniendo los nervios verdes para finalmente volverse amarillas por completo. Si la carencia de hierro continúa, todas las hojas de la planta se volverán amarillas, la planta disminuirá su crecimiento e incluso puede acabar marchitándose.

Habitualmente, en regiones de clima seco, con lluvias escasas, son más habituales los suelos neutros o alcalinos. Los suelos alcalinos se dan en buena parte de la Península Ibérica, tanto en áreas de clima mediterráneo como en zonas de clima continental mediterráneo.

Para jardines con suelos alcalinos seleccionaremos plantas que se desarrollen bien en este tipo de suelo.

Como es difícil valorar hasta qué punto la alcalinidad del suelo va a ser un problema, debido a que influye mucho la estructura del suelo, es recomendable realizar un test de pH del suelo utilizando plantas testigo.


Cómo prevenir daños de un suelo alcalino en el jardín.


Neutralizar un suelo muy alcalino es muy complicado ya que normalmente se encuentran en zonas con suelos con gran contenido en carbonatos cálcicos y agua calcáreas que contribuyen a aumentar el pH del suelo constantemente. Para controlar los excesos de alcalinidad podemos:

Abonar el suelo con materia orgánica.

Incorporar turba no neutralizada (naturalmente ácida) en los primeros 20-30 cm del suelo.

Colocar un acolchado ácido en el suelo, por ejemplo, agujas de pino.

Regar con agua de lluvia o neutralizar el agua de riego, normalmente calcáreo. El agua de lluvia disuelve los carbonatos cálcicos reduciendo la alcalinidad del suelo.

Aportar quelatos de hierro y otros micro-elementos que complementen las carencias del suelo y bajen el pH.


Si deseamos cultivar algunas plantas de suelo neutro (pH=7) o suelo ácido (pH<7), podemos preparar un macizo elevado o un jardín en macetas con sustrato especial.


Plantas resistentes al encharcamiento


Los suelos encharcados son suelos con mal drenaje y una gran capacidad de retención de agua. Estas circunstancias se dan en suelos arcillosos muy compactados.


El encharcamiento del suelo provoca problemas de aireación y asfixia en las raíces de las plantas. En muchos casos, la acumulación de agua se produce en capas subterráneas del suelo, no siendo visible desde el exterior. De hecho, los síntomas externos en la planta pueden hacernos creer que la planta sufre sequía, cuando en realidad sufre exceso de agua y encharcamiento de la raíces.

Si en el jardín tenemos un suelo arcilloso con problemas de encharcamiento muy graves, podremos cultivar pocas plantas y las que resistan, se desarrollarán malamente. La mejor solución será corregir el problema instalando un sistema de drenaje subterráneo e incorporando al suelo tierra arenosa y estiércol, contribuyendo a mejorar su permeabilidad, aireación y drenaje.

Si en el jardín tenemos un suelo arcilloso con ciertos problemas de encharcamiento durante los meses lluviosos, podemos recurrir al cultivo de plantas que soportan bien los encharcamientos temporales.


Cómo prevenir daños por encharcamiento en el jardín.


Evitar pisar el suelo del jardín cuando esté mojado. Ojo con las obras!, si se pisa un suelo arcilloso mojado con maquinaria pesada, el suelo quedará como un bloque de hormigón, duro e infértil.


Aportar materia orgánica al suelo. Un abonado anual con una buena cantidad de compost ayudará a soltar y airear.


Mezclar tierra arenosa en la primera capa del suelo.


Plantas resistentes al suelo pobre

La Aptenia cordiflora es una planta que crece bien en suelos pobres


Los suelos pobres son suelos poco fértiles y con pocos nutrientes para las plantas. Los suelos pobres se dan en tierras de textura arenosa con poca materia orgánica.

Un suelo pobre provoca problemas de nutrición y desarrollo en las plantas pudiendo llegar a causar la muerte de plantas exigentes en nutrientes.

Sin embargo, hay plantas que a lo largo de su evolución se han ido adaptando a unas condiciones de suelo difíciles, de forma que evitaban así la competencia de plantas que necesitan suelos ricos para vivir.

Así, la mayoría de las plantas que se desarrollan bien en suelos pobres son plantas que además resisten la sequía, el viento, las heladas e incluso puede que la salinidad. Sin embargo, las plantas resistentes al suelo pobre no soportan los suelos encharcados o mal drenados. 


Plantas resistentes al viento


El viento es un fenómeno meteorológico producido por el movimiento del aire en la atmósfera. El viento produce deshidratación en las plantas, reseca el suelo, y debido a su acción mecánica puede dañar y romper las hojas, tallos, ramas y troncos de la planta. En zonas próximas al mar, el viento arrastra sal, también perjudicial para las plantas.


Cómo se defienden las plantas contra el viento. Para luchar contra el viento en algunos casos las plantas han fortalecido los tejidos de sus ramas y troncos. En otros casos, han desarrollado ramas y tallos más flexibles que se adapten al movimiento del viento sin sufrir desgarros. En los casos más extremos, las plantas han limitado su crecimiento en altura, e incluso han tomado formas redondeadas o de bola densa.

Además, la mayoría de los mecanismos de defensa contra la sequía, también ayudan a las plantas a soportar el viento y evitar la deshidratación.


Cómo prevenir los daños del viento en el jardín. En el jardín podemos proteger a las plantas del viento:


Formando pantallas protectoras. Las mejores pantallas protectoras que existe son los setos naturales formados por arbustos resistentes al viento. Otras opciones como cañizo, paneles, celosías… también pueden servir.


Protegiendo con estacas las plantas más sensibles al viento. Es el caso de árboles y arbustos jóvenes, que desde su plantación, se deben atar a estacas que les sirvan de sujeción y soporte durante los primeros años de desarrollo.